En pleno corazón de la Sierra de Tramuntana, declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO, descansa Sóller, un pueblo que parece haberse detenido en el tiempo. Su valle fértil de naranjos, sus calles adoquinadas y la conexión directa con el mar a través de su puerto lo convierten en uno de los destinos más auténticos de Mallorca.Sóller no se limita a ser un lugar bonito: es un punto de encuentro entre la tradición y la modernidad, entre la vida de los locales y la mirada curiosa de los viajeros. Aquí te contamos qué ver en Sóller y cuáles son esos rincones que hacen de este pueblo un lugar inolvidable.
El aislamiento natural que le otorgaban las montañas marcó durante siglos el carácter de Sóller. Sin una conexión directa con el resto de la isla, sus habitantes miraron al mar y tejieron su historia en torno al comercio marítimo y al cultivo de cítricos. Ese legado sigue vivo: en sus plazas destaca la vida cotidiana, en sus casas se reconoce la huella de la prosperidad modernista y en sus huertos todavía huele a azahar.
El epicentro del pueblo. Cafés con terrazas, familias paseando, niños jugando y la imponente iglesia de Sant Bartomeu vigilando la escena.
Su interior invita al recogimiento, pero es la fachada modernista, obra de un discípulo de Gaudí, la que atrapa a quienes llegan por primera vez.
Justo enfrente de la iglesia, un edificio modernista que recuerda la época dorada del pueblo, cuando las remesas de los emigrantes enriquecieron la localidad.
Un ferrocarril de madera que parece salido de otra época. Une Palma y Sóller atravesando paisajes de montaña que justifican el viaje por sí solos.
Sus vagones de madera conectan el pueblo con el puerto en un trayecto pausado entre naranjos y vistas al Mediterráneo. Una experiencia tan sencilla como encantadora.
Un oasis que custodia la flora balear y mediterránea. Ideal para un paseo tranquilo.
Una casa que respira arte y modernismo en cada rincón. Entre sus salas conviven obras mallorquinas e internacionales.
Los sábados el pueblo se llena de color, aromas y vida. Frutas frescas, quesos locales, flores y artesanía convierten la visita en un recorrido sensorial.
Subir a cualquiera de los miradores cercanos es contemplar la grandeza de la sierra y entender por qué este paisaje es patrimonio de la humanidad.
Un puerto natural rodeado de montañas. Paseo marítimo, restaurantes, barcos pesqueros y un ambiente que invita a dejar pasar las horas sin prisa.
Visitar Sóller es descubrir la esencia de Mallorca, pero alojarse en un lugar que refleje esa misma esencia lo convierte en una experiencia completa. Nuestro hotel boutique Son Xotano ofrece ese equilibrio entre calma, estética mediterránea y servicio personalizado que transforma cualquier estancia en un recuerdo imborrable.
Desde aquí, la Tramuntana y Sóller se convierten en parte de tu día a día. No solo visitas Mallorca: la vives con otro ritmo, con otra mirada.
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En coche desde Palma (30 minutos atravesando el túnel) o en el histórico tren de madera, una de las experiencias más memorables de Mallorca.
Lo esencial: la Plaza de la Constitución, la iglesia, un paseo por las calles del centro, el tranvía hasta el puerto y, si puedes, el atardecer junto al mar.
El casco histórico, el Banco de Sóller, el mercado, el museo Can Prunera y, sobre todo, la vida que se respira en cada esquina.
Playas tranquilas, un paseo marítimo cuidado, restaurantes donde probar pescado fresco y excursiones en barco por la costa de la Tramuntana.