Al norte de Mallorca, donde el mar se vuelve calma y las montañas dibujan perfiles suaves, se encuentra Alcudia. No es solo un destino: es una invitación a mirar con otros ojos. A detenerse. A respirar. Si estás planeando una escapada que combine historia, mar y autenticidad mediterránea, este rincón de la isla te va a sorprender. Te contamos qué ver en Alcudia a través de diez lugares que no deberías perderte si quieres llevarte más que fotos: una experiencia.
Con el tiempo, hay lugares que se adaptan al viajero sin perder su esencia. Alcudia es uno de ellos. Se asienta entre dos bahías —la suya y la de Pollença— y conserva el pulso lento de los pueblos que saben esperar. Aquí, la piedra vieja convive con aguas que parecen de otro mundo. Y desde este punto, tan bien situado, se abre la puerta a algunos de los paisajes más bellos de Mallorca, como el mítico Cap de Formentor o los senderos de la Serra de Tramuntana.
No es casual que muchos la elijan como base para explorar el norte. Porque aquí todo parece a mano: la buena gastronomía, el descanso con estilo y esa calma que no se puede fingir.
Caminar por el corazón de Alcudia es entrar en otro tiempo. Las murallas que abrazan el casco antiguo están casi intactas y dentro de ellas, las calles empedradas dibujan un mapa donde cada rincón cuenta algo. Hay plazas con terrazas discretas, fachadas bañadas por el sol, y un silencio que invita a mirar con atención.
No es solo larga: es amable, familiar, cómoda. La playa de Alcudia tiene esa cualidad casi mágica de hacerte sentir en casa aunque sea la primera vez. Perfecta para nadar, para caminar sin prisa o simplemente tumbarse y dejar que el mar haga lo suyo.
Refinado pero sin pretensiones. Así es el puerto. Desde allí parten barcos que exploran la costa, mientras en tierra firme se reparten restaurantes frente al mar, tiendas tranquilas y terrazas que piden sobremesas largas.
Justo al lado de las murallas se alza esta iglesia de aire neogótico. Su interior es sencillo, casi austero, pero su exterior, en ese entorno cargado de historia, tiene una presencia que impone respeto.
Si quieres sentir Alcudia sin filtros, ve al mercado. Huele a fruta recién cortada y a pan del día. Se mezclan voces, acentos, colores y texturas. Es una cita que tiene mucho de ritual, tanto para quienes viven aquí como para quienes solo pasan.
A las afueras del centro, los restos de esta antigua ciudad romana siguen hablando. El foro, una casa patricia, un teatro pequeño… No necesitas ser arqueólogo para sentir que estás pisando algo importante.
Este museo es uno de esos hallazgos que no esperas. Se esconde en una finca con vistas al mar y mezcla arte contemporáneo, escultura, arquitectura y naturaleza. Ideal para una mañana diferente, con pausa y mirada curiosa.
Más retirada, más tranquila. Frente a ella, un islote con faro que parece sacado de una postal. No hay chiringuitos ni sombrillas. Solo mar, pinos y piedras que crujen bajo los pies. Y silencio.
Subiendo por la península, este mirador ofrece vistas que detienen la conversación. Desde aquí, la bahía de Pollença se revela con toda su fuerza. Es uno de esos lugares donde uno entiende lo que significa “mirar lejos”.
Todos ellos están a menos de media hora. Y todos merecen ser descubiertos sin prisas.
En el corazón de Mallorca y con Alcudia a un paso, el hotel boutique Son Xotano, del grupo ANNUA, representa una nueva forma de hospedarse. Un hotel boutique rodeado de naturaleza, con diseño sereno y experiencias hechas a medida.
Aquí todo invita al descanso consciente: el ritmo, la luz, la hospitalidad. Es un lugar donde volver al final del día y sentir que el viaje no termina al cerrar la puerta de la habitación.
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